Cada mañana acompañaba a mi madre, mis hermanos mayores se iban a trabajar al campo, mi padre había muerto de tuberculosis hacía unos meses y en casa cualquier jornal venía bien.
Mi madre estaba trabajando como sirvienta en casa de D.Andrés el notario y su mujer Doña Elvira, no podían tener hijos, y cada día que yo iba con mi madre, a la señora se le iluminaban los ojos. La primera vez que me cogió de la mano me llevó al despacho del señor, le llevaba unos documentos y yo quedé impresionada con unos cuadernillos llenos de dibujos, sin mucho miramiento garabateé sobre ellos, con un lápiz que había sobre la mesita, curiosamente estaba todo a mi medida, en ese momento un sonido y un ¨niña, pero qué haces¨¡? , acompañado de unas risas, me hicieron mirar a la señora, que con su cámara captó la escena.
Sería el primer día de muchos en mi vida en esa estancia y Doña Elvira se convirtió en mi segunda madre, mi maestra y mi referente como mujer.
