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viernes, 24 de febrero de 2012

DESDE RUSIA CON AMOR !


 El sábado pasado parte del grupo Tragycom decidimos acudir a la sala Tribueñe, desconocida hasta entonces por nosotros. Dicha sala resulta muy acogedora tanto en su decoración como por el personal que la atiende. Tiene a su vez un aire de sala de exposiciones, no ya sólo por el panel fotográfico que luce en una de sus paredes, sino por las pinturas que acompañaron sobre el escenario a la  obra a modo de decorado, obras pintadas por el director, persona al parecer muy polifacética. La obra en cuestión no es otra que "La casa de Bernarda Alba", dirigida por Irina Kouberskaya y Hugo Pérez. Aunque la representación está cargada de simbolismos, no deja de sorprenderme que bajo la dureza y seriedad que representa  en sí mismo Lorca, la dirección haya querido representarla con el lastre de folklore y pandereta que persigue a España .
El constante soniquete de saeta e himno nacional destaca sobremanera en ciertos momentos. He de reconocer que me emocioné varias veces durante la obra, porque como diría mi padre "está bien traído",por la buena pareja que hacen, texto y saeta. Los directores y como no las actrices consiguen trasladarnos , consciente o incoscientemente a una procesión andaluza. Me resulta muy original. No tanto el toque rosa en las medias de la Bernarda, que en un momento dado alza sus faldones para mostrarlas, acompañado de un golpe de abanico,de lo más taurino, vaya!.
El trabajo de las actrices por supuesto que me parece excelente,aunque en ciertos momentos de la representación los diálogos entre ellas son interpretados con un elevado volumen sin necesidad de ello, imagino que  llevadas por las órdenes de sus directores. Eso sí, estamos acostumbrados a que el papel de Bernarda sea interpretado con dureza, con un despotismo y soberbia incomprensible, con un autoritarismo total y escaso de sentimiento alguno, aunque quizás Lorca, cuando creo este personaje, quería que sintiéramos en él como vivía España por aquél entonces, una España del "ordeno y mando" de sumisión y frustración para el pueblo llano. Aquí se ha mostrado una Bernarda floja, casi campechana, que dulcifica sobremanera el trágico final de la obra. No convence que tanto directora como actrices nos digan que se ha querido humanizar a este personaje, porque precisamente a Bernarda no hay que humanizarla, de ser así, Lorca nos lo hubiera mostrado.

En cambio, sí que me gustó la originalidad y el punto de vista de esta directora rusa, que a la hora de la charla-coloquio , que hubo después de la representación, se quejaba de que aquí no se llenan los teatros mientras que en Rusia tuvieron un gran éxito, que las salas pequeñas no están bien vistas y no reciben ayudas. A esto yo digo que se cumple de nuevo el refrán de :"Nadie es profeta en su tierra", y hago una pregunta: ¿No será que en España las sala no se llena porque esta obra está representada hasta la saciedad? Eso sí, cada uno le da su toque personal. Es de agradecer que el texto esté interpretado en su totalidad, sin ningún corte ni cambio sobre el original.
Vuelvo a dar desde aquí mi aplauso por todo el trabajo que supone llevar a escena cualquier obra de teatro, muchas horas de ensayo, muchos nervios y sobre todo mucha ilusión porque todo salga a la perfección, y hablo con conocimiento de causa y con añoranza.